Lorca ha despedido esta mañana a las víctimas del terremoto del miércoles en un funeral al que han asistido miles de personas. En estos días, España no habla de otra cosa. El Barça ha ganado la liga, estamos en plena campaña electoral y Mª José Campanario se sienta en el banquillo de los acusados… Nos da igual, nos duele Lorca, sus muertos, sus escombros y sus damnificados.
Estamos acostumbrados a oir en televisión catástrofes de todos los tipos. El mismo miércoles me desperté oyendo en la radio las últimas cifras de víctimas mortales y desaparecidos en el terremoto de Japón de hace dos meses… cerca de 25.000. En la navidad de 2004, se nos encogió el corazón con 300.000 muertos en el tsunami del sur de Asia, igual que ocurrió, en enero del año pasado, con los 200.000 muertos en Haití.
No es lo mismo. Lorca duele más. No estamos acostumbrados a que las víctimas de las catástrofes sean gente como nosotros, gente que vive tan cerca de nuestras casas. Podemos ver campamentos de refugiados en Haití, donde cientos de miles de personas subsisten sin apenas recursos y sin apenas futuro. España es un país solidario, y lo ha demostrado en tantas ocasiones como esta solidaridad ha sido necesaria, pero nunca, en ninguna de estos casos, hemos sentido el mismo dolor que sentimos ahora.
A los lorquinos, la vida les cambió en una tarde, y les cambió para siempre. Sus calles, sus casas, sus gentes, ya no volverán a ser lo que eran. El temblor se sintió en muchos sitios, el estremecimiento lo hemos notado todos. Nos duele la cercanía, nos duele la identidad con quienes sufren, nos duele este sufrimiento porque es el sufrimiento de los nuestros, de quienes hace solo cuarenta y ocho horas vivían como nosotros.
Tendrá que pasar mucho tiempo antes de que los españoles podamos olvidarnos de esta catástrofe. En Lorca, por mucho tiempo que pase, quienes lo vivieron y quienes lo sufren, nunca podrán olvidar este 11 de mayo.
Desde la humildad, desde la solidaridad y desde el recuerdo, este caféconpastas va por ellos.