viernes, 31 de diciembre de 2010

Luz, café y verduras

El Gobierno de España anunció el martes que el precio de la luz, mejor dicho, la electricidad, subirá casi un 10% a partir del 1 de enero de 2011. La medida, de por sí y con la situación económica que atraviesa España aún más, es caótica se mire por donde se mire, pero las interpretaciones de este Gobierno incompetente e irresponsable que nos ha tocado sufrir, aún lo son más.
Dice Sebastián, el ministro que es ministro por haber perdido las elecciones al Ayuntamiento de Madrid, que la subida nos va a costar apenas lo que cuesta un café. A ver, además de que esa interpretación es un desprecio a la inteligencia de los españoles (uno más en la larga lista que llevan acumulada PetaZeta y sus secuaces), todos sabemos lo que pagamos de luz, todos sabemos lo que cuesta un café y todos sabemos calcular un 10% y, casualmente, ninguna de las tres cosas son tres euros. Esto por no querer entrar a calcular cuantos cafés nos han costado ya los sucesivos incrementos del precio de la electricidad desde que Sebastián es ministro.
Cierto es, en su defensa, que el café cada día nos va haciendo menos falta. Este Gobierno se encarga de alterarnos, de quitarnos el sueño y de dejarnos con un sabor amargo. Vamos, lo mismo que podríamos conseguir con el café, pero con una sensación bastante menos agradable.
Pero lo que riza el rizo es la argumentación del ministro cuando dice que “nadie entendería que las verduras o el pan se pagasen por debajo de lo que cuestan”. ¿Se atrevería Sebastián, a repetirlo delante de los agricultores? ¿Se atrevería a utilizar este argumento delante de quienes, año tras año, confían en que sus naranjas les den algún beneficio y ven como solo siguen acumulando pérdidas? ¿Intentaría convencer de que la verdura o la fruta se pagan al precio que cuestan a quienes han dejado abandonados sus huertos para no seguir perdiendo dinero? Probablemente, no, y el problema es que, por muy ministro que sea, no tiene ni idea de lo que cuesta producir las verduras, ni las naranjas, ni el pan, ni el café.
Únicamente se deja arrastrar por la fuerza estratégica que tiene el sector de la energía frente a otros mucho menos poderosos y mucho menos influyentes. Si los agricultores tuviesen esa misma fuerza, seguro que también le parecería que el precio de la fruta, en el campo, debe empezar a subir.
En cualquier caso, estamos a punto de liquidar este espantoso 2010 y de poder desearnos un feliz año nuevo. Un año en que el 1 de enero sube la luz, sube el gas, sube el tren, sube el taxi, suben los peajes, congelan las pensiones, prohíben fumar, se acaba el cheque-bebé, deja de cobrarse el subsidio por desempleo y se acaban las desgravaciones por compra de vivienda … ¿de verdad tenemos tantas ganas de que llegue la nochevieja?
Bueno, pase lo que pase, sobre todo hay que ser optimista e intentarlo, así que hagamos todo lo posible para poder tener un buen 2011. Feliz año para todos.

martes, 28 de diciembre de 2010

¿Transfuguismo electoral?

El pacto antitranfuguismo ha muerto… ¿ha muerto? ¿pero, entonces, estaba aún vivo? Pues debía ser como tener un tío en Alcalá (que ni tienes tío, ni tienes `na´) porque nadie era consciente de su existencia y, menos aún, de los efectos que de él se esperaban. El teatro organizado ayer para certificar su defunción estaba, realmente, de sobra porque este muerto lleva tanto tiempo ejerciendo de fiambre que hace ya años que empezó a oler mal.
Pero es más curioso aún que los partidos se reunan para luchar contra el transfuguismo cuando se están preparando las listas para las próximas elecciones municipales, y que no lo hayan hecho para cada uno de los 59 tránsfugas que se han dejado ver en los doce años de pacto. Vamos a ver, el problema del transfuguismo es que supone un fraude para el electorado que, con su voto a una determinada opción política, dió su confianza al grupo de personas que la representaban en una lista cerrada. Cuando alguien de esa lista, abandona ese grupo y pasa a apoyar otras siglas y otras políticas, se traiciona el depósito de confianza del electorado porque su elegido pasa a apoyar aquello que el elector no quiso votar.
Pero hablar de transfuguismo en periodo electoral carece de sentido alguno. En elecciones no puede haber tránsfugas porque los ciudadanos podemos elegir libremente a quien queremos que nos represente durante los próximos cuatro años. Es función, por tanto, de los electores, y no de los partidos, decidir si castigamos o no este tipo de conductas en función de la justificación que puedan tener o que queramos darles.
El transfuguismo se debe castigar en los periodos interelectorales, que es cuando se traiciona la confianza recibida con el voto, sin posibilidad de que el ciudadano pueda hacer nada por evitarlo. ¿A que nadie entendería que, a mitad de partido, Messi empezara a marcar goles a favor del Real Madrid? Sin embargo, sí que se aceptaría (otra cosa es que gustara más o menos en Can Barça) que su estrella fichara por otro club al finalizar la temporada. Cada uno debe permanecer fiel a sus principios, y más aún cuando esto supone una firma contractual con la ciudadanía que, aunque se olvide continuamente, es la razón de ser de la representatividad política.


lunes, 27 de diciembre de 2010

Sanciones de tráfico, ¿proporcionales o desproporcionadas?

Desde hace unos días, con la entrada en vigor de la reforma del Código Penal, determinadas infracciones de tráfico pueden ser castigadas con el decomiso del vehículo. No seré yo quien defienda a quienes circulan por calles, carreteras o autovías poniendo en peligro la seguridad de los demás (la suya, de verdad, me importa un bledo porque, al fin y al cabo, son quienes deciden correr el riesgo), pero de verdad que creo que estamos llegando a un nivel de persecución al ciudadano de a pie (ahora, cuando nos vayamos quedando sin coche, mejor empleado que nunca) que no facilita la creación de confianza en el Estado de derecho que nos ofrece nuestra Constitución.
Analizando la medida con un poco más de profundidad, desde ahora, las sanciones por infracciones de tráfico son también proporcionales, no solo a la gravedad de la sanción, sino al valor del vehículo conducido. El coste de la sanción ya no es el mismo si circulas a 200 km/h con un Seat Panda (bueno, puede bastar con 110 km/h en ciudad, y a eso sí que llegan) que con un BMW serie 5. El importe ya no depende de lo mucho que corras, sino del coche que tengas (o del que no tengas, porque tampoco es necesario ser propietario para quedarte sin él). Desde ya, al dejar el coche a alguien puede ocurrirnos como cuando, siendo niños, dejabamos a tu compañero de pupitre aquellos lápices de colores que nunca volvías a ver porque decía que los había perdido. Espero que, al menos, nos hagan un justificante para explicar en casa que el coche se lo ha quedado Papá-Estado y no lo hemos perdido en una partida tonta con las estrellas del póker de las madrugadas televisivas.
Aunque el Director General de Tráfico anunció que la medida sería de aplicación excepcional, la previsión dice que serán 50.000 vehículos al año los que se decomisen (salimos a 1.000 de media por provincia, por si alguien es aficionado a los cálculos de probabilidades). De esta forma, por un exceso, sin duda injustificable, tu coche puede dejar de ser tuyo y pasar a manos de una oenegé (¿os habéis parado a pensar la cantidad de cosas que caben detrás de esas siglas?), de una víctima de accidente de tráfico o, lo que es peor, de la propia Administración (por si aún pensábamos que la cantidad de vehículos con que cuentan en la actualidad nos costaban poco de mantener). Igual, ahora que va a desaparecer el cheque bebé, deciden regalar coches usados como regalo de bienvenida a los nuevos españolitos o, puestos a sugerir, si el infractor alega que necesita el vehículo para ir a trabajar, pueden también quitarle el puesto de trabajo y dárselo a un parado de larga duración , de manera que los efectos de esta medida resulten ya completos.
La cuestión es que solo tres latas de cerveza a destiempo pueden dejarte sin coche hasta que los Reyes Magos te traigan el próximo (cualquiera se lo pide a papá, con estos antecedentes), pero así se hacen las cosas en esta democracia que estamos sufriendo y en la que la utopía de los derechos de los ciudadanos se va quedando, cada día más, en una continua persecución de bienes y personas que, personalmente, empieza ya a cansarme. Por cierto, y ya que he mencionado a los Reyes Magos, se me ocurre que, vista la crisis en que estamos y las dificultades para financiar los regalos de este año, pueden organizar para la noche del día 5 un servicio de camello-taxi para recoger a los conductores que decidieron remojar el roscón de reyes. Enviando “CAMELLO” al 999999, sus majestades acudirán a buscarte allá donde la Guardia Civil decidió que acabara tu trayecto. En cualquier caso, y hablando en serio, conducid con cuidado que, aunque no lo creáis, puede ser el mejor regalo que hagáis a quienes os quieren en estas navidades.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz navidad

Hola, soy Carlos. Feliz Navidad. Con una frase tan simple podía haber liquidado, un año más, la costumbre de felicitar estos dias a quienes queremos, a quienes conocemos, e incluso a quienes no. Sin embargo, este año me he planteado hacer algo más, algo que me haga recordar la Nochebuena de 2010 como una distinta a las demás… y se me ha ocurrido abrir este blog, como un espacio de reflexión sobre las cosas que pasan en el día a día, tomando la navidad como punto de partida.
Cualquiera podría pensar que hacer coincidir el nacimiento del blog con la Nochebuena es una demostración ostentosa de algo efímero. Ni mucho menos, el blog nace en Nochebuena porque considero que todos deberíamos proponernos hacer algo distinto en el día de hoy, y viene con la intención de quedarse y con la idea de recibir tantas aportaciones como visitas recibió Jesús, recién nacido, en aquel portal.
Es cierto que las cosas han cambiado, que la sociedad es distinta hoy a la de aquella noche en Belén. Todo eso es verdad, afortunadamente (solo faltaría que más de 2000 años después siguiésemos siendo igual), pero eso no debe significar que seamos peores que entonces. Si nuestra sociedad anda muy justa de valores y convivencia, tampoco la sociedad de Belén debía ser un ejemplo de virtudes cuando permitió que un niño naciera en un portal, sin más ayuda que la de sus padres y sin más calor que el que pudieran darle el buey y la mula que allí habitaban.
El Jesús de 2010 hubiese nacido, con casi total seguridad, en la entrada de un cajero automático, y hubiese recibido la inmediata visita del SAMU y de la Policía Local, en vez de la de aquel grupo de pastores. El Angel de la Anunciación no hubiese tenido que aparecerse a aquellos pastores en medio de la noche (por cierto, menudo susto debió darles), sino que hubiese colgado una entrada en su muro del Facebook. Y no hubiesen sido solo tres Reyes Magos los que hubiesen ido a visitarle, sino que hubiesen aparecido cientos de ellos, junto a pajes, Papá Noeles y elfos procedentes de los más variados centros comerciales. Y tampoco Herodes hubiese tenido que hacer parar a Sus Majestades en su viaje para que le contaran la noticia, sino que wikileaks se hubiese encargado de hacer llegar la filtración.
Como decía, la sociedad ha cambiado, pero la nochebuena permanece y, como nada ocurre por nada, está aquí para demostrarnos que todos sabemos que podemos ser mejores. Lástima que esos buenos deseos se nos volverán a pasar en cuanto acabe las fiestas.
De momento, intentemos que esta navidad sea mejor y que dure más. Seguro que a todos nos gustará ser felices algún tiempo más y que a los demás les guste vernos así.
Feliz navidad a todos.