lunes, 27 de diciembre de 2010

Sanciones de tráfico, ¿proporcionales o desproporcionadas?

Desde hace unos días, con la entrada en vigor de la reforma del Código Penal, determinadas infracciones de tráfico pueden ser castigadas con el decomiso del vehículo. No seré yo quien defienda a quienes circulan por calles, carreteras o autovías poniendo en peligro la seguridad de los demás (la suya, de verdad, me importa un bledo porque, al fin y al cabo, son quienes deciden correr el riesgo), pero de verdad que creo que estamos llegando a un nivel de persecución al ciudadano de a pie (ahora, cuando nos vayamos quedando sin coche, mejor empleado que nunca) que no facilita la creación de confianza en el Estado de derecho que nos ofrece nuestra Constitución.
Analizando la medida con un poco más de profundidad, desde ahora, las sanciones por infracciones de tráfico son también proporcionales, no solo a la gravedad de la sanción, sino al valor del vehículo conducido. El coste de la sanción ya no es el mismo si circulas a 200 km/h con un Seat Panda (bueno, puede bastar con 110 km/h en ciudad, y a eso sí que llegan) que con un BMW serie 5. El importe ya no depende de lo mucho que corras, sino del coche que tengas (o del que no tengas, porque tampoco es necesario ser propietario para quedarte sin él). Desde ya, al dejar el coche a alguien puede ocurrirnos como cuando, siendo niños, dejabamos a tu compañero de pupitre aquellos lápices de colores que nunca volvías a ver porque decía que los había perdido. Espero que, al menos, nos hagan un justificante para explicar en casa que el coche se lo ha quedado Papá-Estado y no lo hemos perdido en una partida tonta con las estrellas del póker de las madrugadas televisivas.
Aunque el Director General de Tráfico anunció que la medida sería de aplicación excepcional, la previsión dice que serán 50.000 vehículos al año los que se decomisen (salimos a 1.000 de media por provincia, por si alguien es aficionado a los cálculos de probabilidades). De esta forma, por un exceso, sin duda injustificable, tu coche puede dejar de ser tuyo y pasar a manos de una oenegé (¿os habéis parado a pensar la cantidad de cosas que caben detrás de esas siglas?), de una víctima de accidente de tráfico o, lo que es peor, de la propia Administración (por si aún pensábamos que la cantidad de vehículos con que cuentan en la actualidad nos costaban poco de mantener). Igual, ahora que va a desaparecer el cheque bebé, deciden regalar coches usados como regalo de bienvenida a los nuevos españolitos o, puestos a sugerir, si el infractor alega que necesita el vehículo para ir a trabajar, pueden también quitarle el puesto de trabajo y dárselo a un parado de larga duración , de manera que los efectos de esta medida resulten ya completos.
La cuestión es que solo tres latas de cerveza a destiempo pueden dejarte sin coche hasta que los Reyes Magos te traigan el próximo (cualquiera se lo pide a papá, con estos antecedentes), pero así se hacen las cosas en esta democracia que estamos sufriendo y en la que la utopía de los derechos de los ciudadanos se va quedando, cada día más, en una continua persecución de bienes y personas que, personalmente, empieza ya a cansarme. Por cierto, y ya que he mencionado a los Reyes Magos, se me ocurre que, vista la crisis en que estamos y las dificultades para financiar los regalos de este año, pueden organizar para la noche del día 5 un servicio de camello-taxi para recoger a los conductores que decidieron remojar el roscón de reyes. Enviando “CAMELLO” al 999999, sus majestades acudirán a buscarte allá donde la Guardia Civil decidió que acabara tu trayecto. En cualquier caso, y hablando en serio, conducid con cuidado que, aunque no lo creáis, puede ser el mejor regalo que hagáis a quienes os quieren en estas navidades.

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