El Gobierno de España anunció el martes que el precio de la luz, mejor dicho, la electricidad, subirá casi un 10% a partir del 1 de enero de 2011. La medida, de por sí y con la situación económica que atraviesa España aún más, es caótica se mire por donde se mire, pero las interpretaciones de este Gobierno incompetente e irresponsable que nos ha tocado sufrir, aún lo son más.
Dice Sebastián, el ministro que es ministro por haber perdido las elecciones al Ayuntamiento de Madrid, que la subida nos va a costar apenas lo que cuesta un café. A ver, además de que esa interpretación es un desprecio a la inteligencia de los españoles (uno más en la larga lista que llevan acumulada PetaZeta y sus secuaces), todos sabemos lo que pagamos de luz, todos sabemos lo que cuesta un café y todos sabemos calcular un 10% y, casualmente, ninguna de las tres cosas son tres euros. Esto por no querer entrar a calcular cuantos cafés nos han costado ya los sucesivos incrementos del precio de la electricidad desde que Sebastián es ministro.
Cierto es, en su defensa, que el café cada día nos va haciendo menos falta. Este Gobierno se encarga de alterarnos, de quitarnos el sueño y de dejarnos con un sabor amargo. Vamos, lo mismo que podríamos conseguir con el café, pero con una sensación bastante menos agradable.
Pero lo que riza el rizo es la argumentación del ministro cuando dice que “nadie entendería que las verduras o el pan se pagasen por debajo de lo que cuestan”. ¿Se atrevería Sebastián, a repetirlo delante de los agricultores? ¿Se atrevería a utilizar este argumento delante de quienes, año tras año, confían en que sus naranjas les den algún beneficio y ven como solo siguen acumulando pérdidas? ¿Intentaría convencer de que la verdura o la fruta se pagan al precio que cuestan a quienes han dejado abandonados sus huertos para no seguir perdiendo dinero? Probablemente, no, y el problema es que, por muy ministro que sea, no tiene ni idea de lo que cuesta producir las verduras, ni las naranjas, ni el pan, ni el café.
Únicamente se deja arrastrar por la fuerza estratégica que tiene el sector de la energía frente a otros mucho menos poderosos y mucho menos influyentes. Si los agricultores tuviesen esa misma fuerza, seguro que también le parecería que el precio de la fruta, en el campo, debe empezar a subir.
En cualquier caso, estamos a punto de liquidar este espantoso 2010 y de poder desearnos un feliz año nuevo. Un año en que el 1 de enero sube la luz, sube el gas, sube el tren, sube el taxi, suben los peajes, congelan las pensiones, prohíben fumar, se acaba el cheque-bebé, deja de cobrarse el subsidio por desempleo y se acaban las desgravaciones por compra de vivienda … ¿de verdad tenemos tantas ganas de que llegue la nochevieja?
Bueno, pase lo que pase, sobre todo hay que ser optimista e intentarlo, así que hagamos todo lo posible para poder tener un buen 2011. Feliz año para todos.
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