Hoy me he parado a pensar y me he dado cuenta de la facilidad que tenemos para pasar página y cuan cierta es aquella frase que dice que un clavo saca a otro clavo. Cualquier acontecimiento reciente se convierte en histórico con el paso de solo unas semanas (mucho menos, en la mayoría de casos) y solo lo recordamos como “algo que pasó”.
Hoy hace un mes del brutal terremoto que asoló el norte de Japón y se llevó por delante a muchos miles de vidas e ilusiones y, si aún lo recordamos casi a diario, es por los efectos que tuvo sobre la central nuclear de Fukushima. Después de Japón vino Libia y, después, el adiós, eso sí, diferido, de Zapatero.
Ni que decir tiene que la limitación a 110 km/h en autovías o los efectos de la Ley Antitabaco han pasado al archivo de los tiempos, igual que lo hizo, en su día, el terremoto de Haití o el plante de los controladores aéreos.
¿Capacidad de olvido o afán de superación? Probablemente la respuesta es que vivimos el día a día sin tiempo de mirar atrás, que el alud cotidiano de acontecimientos y noticias no nos deja pararnos a mirar qué ocurrió hace dos semanas y que los problemas, cuando son de otro, son siempre fácilmente superables.
Lo peor de todo es que lo mismo pasa con nosotros cuando, después de dedicar nuestro tiempo o nuestro esfuerzo a cualquier cuestión, dejamos de realizar esa actividad y pasamos a otra. La memoria suele ser muy corta, y cuando se trata de agradecimientos, lo es aún más. Si nos preguntan por un modelo a seguir, la mayoría de ocasiones buscaremos la referencia de un personaje histórico o, aún más allá, un superhéroe del cómic, antes que en nuestro compañero de trabajo, por bueno que pueda llegar a ser.
No hay duda de que, si pensásemos así, la motivación por el día a día sería totalmente nula y que, visto de esta forma, resulta poco recomendable realizar este tipo de razonamientos. En estos casos, la satisfacción debe buscarse en uno mismo, en pensar cada noche, cuantas veces se ha podido decir en el día “lo he conseguido”. Eso es lo realmente importante. Muchas veces nos centramos en recibir el afecto, el aplauso o la aprobación de los demás, cuando la realmente importante es la nuestra, siempre que tengamos cuidado de no caer en la autocomplacencia y la autoovación como tónica dominante. Si alguna vez llegamos a pensar, como decía Indiana Jones de joven, aquello de “se han perdido todos menos yo”, mejor empecemos a buscarnos, porque seguro que, aún contentos con nosotros mismos, hemos elegido el camino equivocado.
Carlos, que bonita reflexión. Pasar pagina sin más es triste pero, es más triste, cuando alguien que era importante en tu vida, un amigo, un compañero, un familiar, una pareja, etc.... sale de tu vida o pasa página , y lo mejor que te deja, es su ausencia.
ResponderEliminarUn abrazo,
a.
Mira noi, jo avui venia pensant una cosa així, ahir vaig estar tot al dia al carrer, en un punt electoral, estavem tots contents de les cues que vam tenir. Avui els diaris n'han parlat i l'internet. Aquest mati tot havia passat, semblava que feia anys del gran dia d'ahir. Tot queda difuminat, l'allau d'altres noticies supera el que s'ha viscut un dia abans. Tens raó, em queda la satisfaccio d'anar a dormir i pensar "que ve que estic amb mi mateixa". Ja en tinc prou, demà..... tant de bo em senti sempre igual que ahir, amb els deures fets.
ResponderEliminarRosa p.
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