¿Quién dijo que este Gobierno no podía llegar a menos? Ser capaz de firmar una afirmación de este tipo, puede ser considerado deporte de riesgo mientras “PetaZeta y sus secuaces” sigan ocupando los asientos del Consejo de Ministros. Si antes fue el aire acondicionado a 24º C, el “regalo” de las bombillas de bajo consumo o la recomendación de acudir al trabajo sin corbata, ahora toca circular más despacio por autovías y autopistas para ayudar a equilibrar el déficit energético del país.
Y es que si algún recorte nos faltaba a los españoles era el de la velocidad en las carreteras. La presunta medida de ahorro no es más que una forma de aumentar la recaudación por multas con que los incautos ayuden, eso sí, a equilibrar la descompensada balanza presupuestaria del Estado.
¿Cómo se explica si no que el Gobierno considere un ahorro esta posibilidad? El combustible de más que pueda gastarse por circular a 120 km/h en vez de a 110 km/h , lo paga el conductor, no el Estado. Es más, a mayor consumo de combustible, mayor recaudación impositiva, con lo que el argumento de conseguir un ahorro en base a esta medida es poco menos que ciencia ficción, más aún considerando el coste que conlleva rectificar toda la señalización vial.
Lo peor de este Gobierno no es que nos limite la velocidad, sino que España lleva ya varios años con la marcha atrás puesta, tanto en lo referido a progreso económico como a libertades y derechos sociales. El afán intervencionista está llegando ya a extremos insospechados y cualquier excusa es buena para instalar un estado policial en los más variados ámbitos. Si hace unos meses era Sebastián quien nos dejaba sin café para poder pagar la subida de la luz, ahora es Rubalcaba quien nos impide conducir al ritmo de hace unos días para poder compensar la subida del petróleo. Solo nos falta que cualquier día se nos aparezca Chacón en sueños con su famoso “¡¡¡Capitán, mande firmes!!!”.
Y así, firmes, nos tendrán a todos, mientras ellos parecen estar, a la vista de los resultados, en una permanente posición de descanso, solo alterada por la carrera sucesoria de quien cada vez más parece un cadáver político incluso para los suyos.
Eso sí, mientras nos dure la indignación y nos acostumbremos al nuevo ángulo del pedal del acelerador, los faisanes, los EREs andaluces, la ley anti-tabaco o los casi cinco millones de parados habrán pasado a un segundo plano. Y mientras, ZP podrá dedicarse a exportar a Túnez su experiencia de democratización pacífica de un país… ¡¡¡Lo que hay que ver!!!