lunes, 28 de febrero de 2011

Más lentos, como todo...

¿Quién dijo que este Gobierno no podía llegar a menos? Ser capaz de firmar una afirmación de este tipo, puede ser considerado deporte de riesgo mientras “PetaZeta y sus secuaces” sigan ocupando los asientos del Consejo de Ministros. Si antes fue el aire acondicionado a 24º C, el “regalo” de las bombillas de bajo consumo o la recomendación de acudir al trabajo sin corbata, ahora toca circular más despacio por autovías y autopistas para ayudar a equilibrar el déficit energético del país.
Y es que si algún recorte nos faltaba a los españoles era el de la velocidad en las carreteras. La presunta medida de ahorro no es más que una forma de aumentar la recaudación por multas con que los incautos ayuden, eso sí, a equilibrar la descompensada balanza presupuestaria del Estado.
¿Cómo se explica si no que el Gobierno considere un ahorro esta posibilidad? El combustible de más que pueda gastarse por circular a 120 km/h en vez de a 110 km/h, lo paga el conductor, no el Estado. Es más, a mayor consumo de combustible, mayor recaudación impositiva, con lo que el argumento de conseguir un ahorro en base a esta medida es poco menos que ciencia ficción, más aún considerando el coste que conlleva rectificar toda la señalización vial.
Lo peor de este Gobierno no es que nos limite la velocidad, sino que España lleva ya varios años con la marcha atrás puesta, tanto en lo referido a progreso económico como a libertades y derechos sociales. El afán intervencionista está llegando ya a extremos insospechados y cualquier excusa es buena para instalar un estado policial en los más variados ámbitos. Si hace unos meses era Sebastián quien nos dejaba sin café para poder pagar la subida de la luz, ahora es Rubalcaba quien nos impide conducir al ritmo de hace unos días para poder compensar la subida del petróleo. Solo nos falta que cualquier día se nos aparezca Chacón en sueños con su famoso “¡¡¡Capitán, mande firmes!!!”.
Y así, firmes, nos tendrán a todos, mientras ellos parecen estar, a la vista de los resultados, en una permanente posición de descanso, solo alterada por la carrera sucesoria de quien cada vez más parece un cadáver político incluso para los suyos.
Eso sí, mientras nos dure la indignación y nos acostumbremos al nuevo ángulo del pedal del acelerador, los faisanes, los EREs andaluces, la ley anti-tabaco o los casi cinco millones de parados habrán pasado a un segundo plano. Y mientras, ZP podrá dedicarse a exportar a Túnez su experiencia de democratización pacífica de un país… ¡¡¡Lo que hay que ver!!!

jueves, 24 de febrero de 2011

Por treinta años más

Hay acontecimientos tan especiales que consiguen que, muchos años después, sigamos sabiendo donde estábamos y qué hacíamos en el momento en que nos enteramos del suceso. Pocos son los que no recuerdan qué hacían al saber de los atentados contra las Torres Gemelas o contra los trenes del 11-M, del Golpe de Estado del 23-F o del gol de Iniesta en aquella histórica final del Mundial de Sudáfrica.
Son acontecimientos que marcan nuestra vida de una forma especial y que, por tanto, siempre tienen un punto extra en el recuerdo. A mi, el 23-F me pilló comprando material para hacer manualidades. Mira que siempre se me han dado mal esas cosas (las manualidades, quiero decir) y, para una vez que voy, me toca recordarlo el resto de mi vida… Me acuerdo de aquella noche como algo distinto, para nada preocupante a mis once años. Aquello de que la tele no se acabara era algo que hacía que fuese un día especial. Entonces, más o menos a la hora que hoy salen todas las brujas del Tarot y astrólogos de medio pelo, aparecía el Rey que, como Rey, nos mandaba a todos a la cama (bueno, a todos los que no se habían ido con el mensaje anterior, en el mismo sentido, de Cleo, Tete y compañía). Aquella noche bastante debía tener D. Juan Carlos preparando su discurso como para acordarse de que los españolitos no se habían acostado. Total, para no dormir…
Pero lo mejor de aquel 23-F fue, sin duda, el 24-F. Probablemente, aquella fecha deberíamos considerarla como el verdadero nacimiento de nuestra democracia. Fue entonces, y no antes, cuando los españoles nos dimos cuenta de que el proyecto de cambio iniciado bastantes años antes, podía ser una realidad duradera. Fue ese el momento en que la política se desmilitarizó y cuando España demostró que quería consolidar su aún joven democracia.
Así ha sido, y son ya treinta años los que ahora conmemoramos desde aquel “susto positivo”. Muchas veces deberíamos revivir aquel espíritu que nos hizo seguir adelante en un proceso de cambio que hoy podemos afirmar que fue acertado a todas luces. Ahora que la economía no va bien, que la sociedad se resiente tras cuatro años en una situación difícil, que la política se judicializa día a día, que ponemos en duda el sistema en que hemos elegido vivir, sería interesante recordar lo que pasó aquella noche por muchas cabezas. La democracia solo existe si se cree en ella. De nosotros depende hacerla grande o convertirla, tan solo, en un medio de vida.

lunes, 21 de febrero de 2011

Inquietudes contagiosas

Hace unos dias, en este mismo blog, comentaba las revueltas que empezaban a producirse en Túnez y Egipto. Desde entonces, con las noticias de cada día, no hemos hecho más que comprobar como la lista de países en rebelión ha ido incrementándose continuamente.
Hoy, Libia es portada de todos los informativos, Marruecos empieza a preocuparse por la situación (pese a lo que diga nuestra ministra de asuntos exteriores), Bahrein empieza a agitarse y Europa debería tener ya cierta preocupación, en vez de mantenerse en esta actitud contemplativa que tanto caracteriza a este viejo continente.
La primera conclusión a que podemos llegar con estos ejemplos es que el éxito es el virus más contagioso. No hay nada como ver que al vecino le ha ido bien, para querer hacer lo mismo, pretendiendo emular, por supuesto, un resultado igual de positivo. Si a eso unimos que hoy, a través de las redes sociales, cuesta tanto movilizar un país como antes nos costaba pasarle una "nota secreta" a nuestro compañero de pupitre, tenemos el cocktail perfecto para que las manifestaciones “anti-loquesea” acaben siendo un producto globalizado más.
La fuerza de la comunicación no puede obviarse, en pleno siglo XXI, como la causante de una gran fuerza social que no existía hasta hace unos años. Si pensamos como podían haber cambiado grandes episodios de la historia, si hubiesen tenido esta facilidad de difusión, veríamos como podía haber sido todo muy distinto (o, al menos, mucho más rápido). Imaginaos un enlace que pusiera… “A las tres, toma de La Bastilla” (Asistiré/No Asistiré/Tal vez), o “Hoy decapitamos a Luis XVI” (Me gusta/No me gusta) o “J.F.Kennedy, Presidente de los Estados Unidos” (Agregar como amigo/Ignorar). Si funciona con el Carnaval de Ventanasabajo, ¿no iba a funcionar con otras cosas? Sin duda, todo hubiese resultado más fácil, más efectivo y, sobre todo, más rápido y los grandes episodios de la historia se hubiesen visto reducidos a meros acontecimientos semanales.
Quienes siguen pensando que Internet es el futuro están muy equivocados. Es el presente. Un presente inmediato que debemos conocer y aprovechar, y quien decida quedarse fuera, no puede optar a progresar a un ritmo, ni siquiera similar, al que lo hace el resto de la sociedad. El dos punto cero ha dejado de ser el resultado de un partido de fútbol o la nota de un mal examen para convertirse en un estilo de vida. Quien quiera, que lo siga. A los demás, los esperamos más adelante.

martes, 15 de febrero de 2011

OT hundes, OT hunden

Anoche me atreví a ver la gala semanal de Operación Triunfo. Yo no sé que me pasa, pero todas las frases que contienen la palabra “gala” provocan en mi una profunda somnolencia, ya sea Gala de los Goya, Gala de los Oscar o, algo menos, una entrevista a Antonio Gala.
Bueno, la cuestión es que sigo sin entender esa manía que tiene Telecinco de encerrar a la gente para maltratar con sus actos a todos los que nos quedamos fuera. Cierto es que hablamos de un maltrato voluntario y que nadie nos obliga, salvo la imposición televisiva de hacer un continuo zapping, ante la falta de una oferta de calidad.
Yo estoy muy lejos de considerarme fan de Risto Mejide, pero reconozco que, en su momento, hizo un gran papel a esta sociedad. Lo de anoche es dificilmente calificable. He de confesar que he oído a jabalies que entonan mejor al sentirse atrapados por una reala de perros, que algunos de los que anoche hacían algo parecido a cantar.
A primera vista, pensé que Telecinco había decidido romper con todo el romanticismo que podría tener una noche de San Valentín, pero me dí cuenta de que tampoco era esa la intención que les había llevado a programar esa gala en lunes. La falta de calidad interpretativa se suplía con regalos para todos: un perro que llega y se va (no me pregunteis donde), un novio que entra y sale (mejor, se lo llevan), un jersey que huele al novio (habría que recomendarle otro suavizante)… Todos tuvieron su regalo menos el sacrificado público que aguantaba estoicamente esperando revivir las emociones de aquel OT de 2002. Logicamente, si siempre se dijo que segundas partes nunca fueron buenas, no hace falta pensar más para entender que las sucesivas pueden ser aún peores… y lo son. La fórmula OT no es la fórmula de la coca-cola y ha perdido gas. Quizá sea el momento de replantearse su supervivencia y la catástrofe auditiva que pueden ser próximas ediciones.
Eso sí, para que no fuera todo tiempo perdido, ayer me quedó claro que Coraluna viene de Coral y de Luna. Por supuesto, sabiendo esto, que nunca hubiese imaginado, dormí mucho más tranquilo. Aprenderlo justifica todo el sacrificio…

viernes, 11 de febrero de 2011

Con prudencia

Esta semana, tan prolífica en noticias, entre egípcios, faisanes, reptiles y pactos, creo que merece destacar, por motivos evidentes, la presentación de Sortu como nueva marca política de la que se ha dado en llamar “Izquierda Abertzale”.
A primera vista, y sin entrar en análisis más profundos, puede parecer una buena notícia que quienes hasta ahora se habían dedicado a negociar tras sus pistolas, decidan abandonar la violencia para emplear modos más racionales y, sobre todo, más respetuosos con los derechos de los demás.
Sin embargo, por la trascendencia del asunto, hay que llegar un poco más lejos en las reflexiones. Novecientos muertos generan demasiado dolor como para dejarnos llevar ahora por euforias desmedidas al primer gesto de cambio. Cualquiera tiene derecho a cambiar y a entender que equivocó sus métodos en el pasado, pero esto, además de rectificar su estrategia de cara al futuro, debe implicar un arrepentimiento, claro y explícito, sobre sus actuaciones anteriores.
ETA y su entorno han causado sufrimiento suficiente como para que ahora no puedan bastarnos tres ruedas de prensa para creernos esta nueva realidad. Tras cuarenta años de atentados, extorsiones y violencia, los españoles necesitamos algo más para confiar en ese cambio. Sortu debe superar un período de prueba para que podamos creernos que este nuevo planteamiento es algo más que una estrategia para su vuelta a la vida política.
De momento, tenemos al lobo vestido de abuelita y con la boca cerrada, pero todos sabemos como acababa el cuento, y esos colmillos siguen teniendo la misma agresividad potencial que siempre han tenido. Será necesario demostrar, durante un tiempo, que ahora sí que están decididos a ser una organización política y a abandonar cualquier otro método.
Pero aún hay más. Si, como el Gobierno quiere transmitir, la nueva estrategia pacífica de Sortu surge por la presión policial ejercida contra ETA y su entorno, ¿por qué  tenemos que pensar que, una vez haya cedido esta presión, no van a volver por sus fueros? Y si, por el contrario, el Gobierno no tiene intención de reducir esa presión, ¿cómo podemos aceptar que sea legal una organización que debe estar bajo permanente vigilancia?
De la misma forma que no se perdona a un maltratador a cambio de un simple “ya no te volveré a pegar”, no podemos olvidar todo el daño que se ha hecho desde ETA a esta sociedad. Si ese cambio es real, ellos deben ser los primeros en entender la susceptibilidad social ante esta iniciativa y la necesidad de una demostración fehaciente de su cambio de actitud. De no ser así, esto no habrá sido más que otro intento de engaño.
Precaución, ante todo, precaución, porque paciencia, lo que se dice paciencia, ya la hemos demostrado con ellos de forma más que repetida.

lunes, 7 de febrero de 2011

El gran apagón

Todas las mañanas, mientas desayuno antes de entrar al trabajo, tengo ocasión (muchas veces la única del día) de ver las imágenes de algún informativo. Aunque el medio de comunicación por el que me mantengo informado de la actualidad es, preferentemente, la radio, siempre viene bien poder ver las imágenes que, de cualquier otra forma, solo podría obtener a partir de mi imaginación.
A la vista de los contenidos de estos espacios, no puedo evitar la tentación de pensar, una vez tras otra, en qué sería de los telediarios si retirásemos de sus guiones todas las frases que contengan la forma verbal “ha dicho”. Vivimos en un mundo de permanentes declaraciones, las cuales no siempre dejan paso a una acción productora del resultado deseado, ni tan siquiera aportan nuevos datos que nos haga ser ciudadanos mejor informados.
No hay peor castigo que tener que estar permanentemente escuchando a quien no tiene nada que decir. Es cierto que la imagen pública de muchos personajes de la actualidad les obliga a estar permanentemente en pantalla, pero es inevitable que lleguemos a pensar en la cantidad de fuerzas que se van en estas declaraciones y en que nunca llegan a mejorar la eficiencia del trabajo de su emisor, sino que provocan cierto hartazgo en la opinión pública que se me antoja que puede llegar a ser incluso contraproducente para los intereses del protagonista.
Me atrevería, ya adelanto que con muy poco éxito, a proponer que durante una semana, solo una semana, se retirasen de los informativos los micrófonos y las declaraciones vacías que no hacen más que llenar minutos de televisión (o de radio) sin aportar nada que nos sirva para mejorar. Una semana sin soportar las ruedas de prensa de los distintos partidos políticos, una semana sin sufrir las declaraciones ¡¡¡diarias!!! de los entrenadores de fútbol, una semana de noticias de hechos y no de reseñas de dichos. Probablemente, los noticiarios se verían reducidos a siete u ocho minutos, pero siempre habría algún capítulo repuesto de "El Principe de Bel Air" o "Los Simpson" que permitiría rellenar ese hueco.
Si, de verdad, los más jóvenes cogen sus modelos de los medios de comunicación, siempre suponiendo que alguno de esos  jóvenes se entretenga informándose de la actualidad, convendría dejarles ver que la realidad no se compone de frases pronunciadas sino de hechos realizados, y solo así se pueden sentar las bases de una sociedad confiada en sus posibilidades y con un mejor potencial de crecimiento para el futuro.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Como momias

Cuando las barbas del vecino veas cortar… Supongo que cualquiera de estos días empezaremos a escuchar que España no es Egipto, del mismo modo que, en su día, escuchamos que España no es Grecia, que España no es Irlanda, o que España no es Portugal, en estas permanentes lecciones de geografía que nuestros políticos nos van dando a medida que la crisis económica va cobrándose víctimas en el escenario internacional.
Al final, además de sentir un poquito de pena por tener que decir también que España no es Alemania, y un poquito de inquietud por si algún día tenemos que acabar diciendo que España no es España, nos tendremos que empezar a dar cuenta de que el hecho de no parecerse a nadie, implica que nadie puede servirnos como modelo, ni para lo bueno, ni para lo malo.
No es que espere, ni desee, que en España se genere una situación similar a la que se está viviendo en Egipto o Túnez, ni muchísimo menos, pero tampoco acierto a entender porqué con toda la que está cayendo,  nadie se queja de nada. Tenemos a más de un millón de familias con todos sus miembros en paro, casi la mitad de jóvenes no encuentran forma de integrarse en el mercado laboral, aumentan los desahucios por falta de pago de hipotecas (y los tipos de interés solo han hecho que empezar a subir), pagamos más IVA, los combustibles baten record de precios… y las únicas que se ponen en huelga son ¡¡¡las máquinas de tabaco!!!
Es cierto que si alguien ha conseguido un descrédito superior al de los políticos en esta situación, han sido los sindicatos. Pocos son los que hoy aún confían en las organizaciones sindicales como defensores de los trabajadores. Desde aquel famoso “no defendemos a los parados, porque ya no son trabajadores, y la defensa de los trabajadores es nuestra razón de ser” su imagen pública ha ido en acusada pendiente decreciente, hasta alcanzar un punto máximo en el simulacro de huelga general del 29-S.
Pero, a pesar de los sindicatos, ¿por qué no nos quejamos de nada? El problema va más allá de estar contento o no estarlo. Realmente, no hay nada peor que la indiferencia ante lo que nos pasa o lo que nos puede pasar, que nos dé igual la situación en que estamos y lo que nos queda por venir.
Los españoles empezamos a entender que nuestra política y nuestros políticos son un mal necesario. Lo que va mal, va mal, y no tiene solución. No es necesario reclamar cambios, no es productiva la protesta social, no es eficiente organizar manifestaciones para expresar nuestro descontento…
Pues quien calla, otorga, y si no decimos que no nos conformamos con esto, cualquiera puede acabar pensando que estamos a gusto en esta situación o que no pensamos que nada, ni nadie, sea capaz de mejorarla. Sin necesidad de plantearse la opción de organizar manifestaciones destructivas o protestas irracionales, de alguna forma habrá que empezar a demostrar que no nos gusta estar así, que queremos cambiar, y que si la crisis internacional nos sirvió como excusa para justificar la entrada en esta situación, la recuperación de los demás, debe servirnos también como modelo para salir de ella.
Pero lo primero es lo primero y no podemos olvidar que de los partidos de esta noche puede resultar una final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Real Madrid. El resto de temas, podrán esperar hasta mañana... ¡¡Qué país!!