Hay acontecimientos tan especiales que consiguen que, muchos años después, sigamos sabiendo donde estábamos y qué hacíamos en el momento en que nos enteramos del suceso. Pocos son los que no recuerdan qué hacían al saber de los atentados contra las Torres Gemelas o contra los trenes del 11-M, del Golpe de Estado del 23-F o del gol de Iniesta en aquella histórica final del Mundial de Sudáfrica.
Son acontecimientos que marcan nuestra vida de una forma especial y que, por tanto, siempre tienen un punto extra en el recuerdo. A mi, el 23-F me pilló comprando material para hacer manualidades. Mira que siempre se me han dado mal esas cosas (las manualidades, quiero decir) y, para una vez que voy, me toca recordarlo el resto de mi vida… Me acuerdo de aquella noche como algo distinto, para nada preocupante a mis once años. Aquello de que la tele no se acabara era algo que hacía que fuese un día especial. Entonces, más o menos a la hora que hoy salen todas las brujas del Tarot y astrólogos de medio pelo, aparecía el Rey que, como Rey, nos mandaba a todos a la cama (bueno, a todos los que no se habían ido con el mensaje anterior, en el mismo sentido, de Cleo, Tete y compañía). Aquella noche bastante debía tener D. Juan Carlos preparando su discurso como para acordarse de que los españolitos no se habían acostado. Total, para no dormir…
Pero lo mejor de aquel 23-F fue, sin duda, el 24-F. Probablemente, aquella fecha deberíamos considerarla como el verdadero nacimiento de nuestra democracia. Fue entonces, y no antes, cuando los españoles nos dimos cuenta de que el proyecto de cambio iniciado bastantes años antes, podía ser una realidad duradera. Fue ese el momento en que la política se desmilitarizó y cuando España demostró que quería consolidar su aún joven democracia.
Así ha sido, y son ya treinta años los que ahora conmemoramos desde aquel “susto positivo”. Muchas veces deberíamos revivir aquel espíritu que nos hizo seguir adelante en un proceso de cambio que hoy podemos afirmar que fue acertado a todas luces. Ahora que la economía no va bien, que la sociedad se resiente tras cuatro años en una situación difícil, que la política se judicializa día a día, que ponemos en duda el sistema en que hemos elegido vivir, sería interesante recordar lo que pasó aquella noche por muchas cabezas. La democracia solo existe si se cree en ella. De nosotros depende hacerla grande o convertirla, tan solo, en un medio de vida.
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