Hace unos dias, en este mismo blog, comentaba las revueltas que empezaban a producirse en Túnez y Egipto. Desde entonces, con las noticias de cada día, no hemos hecho más que comprobar como la lista de países en rebelión ha ido incrementándose continuamente.
Hoy, Libia es portada de todos los informativos, Marruecos empieza a preocuparse por la situación (pese a lo que diga nuestra ministra de asuntos exteriores), Bahrein empieza a agitarse y Europa debería tener ya cierta preocupación, en vez de mantenerse en esta actitud contemplativa que tanto caracteriza a este viejo continente.
La primera conclusión a que podemos llegar con estos ejemplos es que el éxito es el virus más contagioso. No hay nada como ver que al vecino le ha ido bien, para querer hacer lo mismo, pretendiendo emular, por supuesto, un resultado igual de positivo. Si a eso unimos que hoy, a través de las redes sociales, cuesta tanto movilizar un país como antes nos costaba pasarle una "nota secreta" a nuestro compañero de pupitre, tenemos el cocktail perfecto para que las manifestaciones “anti-loquesea” acaben siendo un producto globalizado más.
La fuerza de la comunicación no puede obviarse, en pleno siglo XXI, como la causante de una gran fuerza social que no existía hasta hace unos años. Si pensamos como podían haber cambiado grandes episodios de la historia, si hubiesen tenido esta facilidad de difusión, veríamos como podía haber sido todo muy distinto (o, al menos, mucho más rápido). Imaginaos un enlace que pusiera… “A las tres, toma de La Bastilla ” (Asistiré/No Asistiré/Tal vez), o “Hoy decapitamos a Luis XVI” (Me gusta/No me gusta) o “J.F.Kennedy, Presidente de los Estados Unidos” (Agregar como amigo/Ignorar). Si funciona con el Carnaval de Ventanasabajo, ¿no iba a funcionar con otras cosas? Sin duda, todo hubiese resultado más fácil, más efectivo y, sobre todo, más rápido y los grandes episodios de la historia se hubiesen visto reducidos a meros acontecimientos semanales.
Quienes siguen pensando que Internet es el futuro están muy equivocados. Es el presente. Un presente inmediato que debemos conocer y aprovechar, y quien decida quedarse fuera, no puede optar a progresar a un ritmo, ni siquiera similar, al que lo hace el resto de la sociedad. El dos punto cero ha dejado de ser el resultado de un partido de fútbol o la nota de un mal examen para convertirse en un estilo de vida. Quien quiera, que lo siga. A los demás, los esperamos más adelante.
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