Anoche me atreví a ver la gala semanal de Operación Triunfo. Yo no sé que me pasa, pero todas las frases que contienen la palabra “gala” provocan en mi una profunda somnolencia, ya sea Gala de los Goya, Gala de los Oscar o, algo menos, una entrevista a Antonio Gala.
Bueno, la cuestión es que sigo sin entender esa manía que tiene Telecinco de encerrar a la gente para maltratar con sus actos a todos los que nos quedamos fuera. Cierto es que hablamos de un maltrato voluntario y que nadie nos obliga, salvo la imposición televisiva de hacer un continuo zapping, ante la falta de una oferta de calidad.
Yo estoy muy lejos de considerarme fan de Risto Mejide, pero reconozco que, en su momento, hizo un gran papel a esta sociedad. Lo de anoche es dificilmente calificable. He de confesar que he oído a jabalies que entonan mejor al sentirse atrapados por una reala de perros, que algunos de los que anoche hacían algo parecido a cantar.
A primera vista, pensé que Telecinco había decidido romper con todo el romanticismo que podría tener una noche de San Valentín, pero me dí cuenta de que tampoco era esa la intención que les había llevado a programar esa gala en lunes. La falta de calidad interpretativa se suplía con regalos para todos: un perro que llega y se va (no me pregunteis donde), un novio que entra y sale (mejor, se lo llevan), un jersey que huele al novio (habría que recomendarle otro suavizante)… Todos tuvieron su regalo menos el sacrificado público que aguantaba estoicamente esperando revivir las emociones de aquel OT de 2002. Logicamente, si siempre se dijo que segundas partes nunca fueron buenas, no hace falta pensar más para entender que las sucesivas pueden ser aún peores… y lo son. La fórmula OT no es la fórmula de la coca-cola y ha perdido gas. Quizá sea el momento de replantearse su supervivencia y la catástrofe auditiva que pueden ser próximas ediciones.
Eso sí, para que no fuera todo tiempo perdido, ayer me quedó claro que Coraluna viene de Coral y de Luna. Por supuesto, sabiendo esto, que nunca hubiese imaginado, dormí mucho más tranquilo. Aprenderlo justifica todo el sacrificio…
Genial !
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