Aunque hace pocos días escribí ya una entrada referida a las políticas de igualdad, hoy, 8 de marzo, ni puedo ni debo dejar pasar la oportunidad de dedicar esta entrada a todas las mujeres en el que se ha decidido que sea el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Dicho esto, como viene siendo mi costumbre, tampoco puedo evitar dar mi opinión acerca de la celebración de este tipo de eventos. Se supone que recordar un día al año cualquier acontecimiento refleja la necesidad de acordarnos de que algo, o alguien, existe. No es malo recordar que hay mujeres trabajadoras, igual que hay hombres trabajadores, pero el problema es que ese recuerdo se reduzca a un solo día al año. Del mismo modo que cada vez son más las voces que consideran una excusa comercial la celebración del Día de los Enamorados o del Día de la Madre (y eso que madre no hay más que una, salvo que seas personaje de Walt Disney, que apenas te durará los cinco primeros minutos de película), debemos aprovechar celebraciones como la de hoy para recordar lo innecesario de que haya un solo día para recordar a las mujeres que trabajan los 365 días del año.
La sociedad española ha avanzado mucho en los últimos años. Es cierto que aún queda mucho por recorrer, pero cada vez son más las mujeres que están en puestos de responsabilidad, tanto empresarial como política. El otro día, sin ir más lejos, la ministra Chacón decía que consideraba que España estaba preparada para tener una Presidenta del Gobierno. A mi no me cabe la menor duda de que sí, del mismo modo que se ha demostrado que se estaba preparado para tener alcaldesas, presidentas de comunidades autónomas y de entidades bancarias. Otra cosa sería considerar si ella está preparada para serlo, pero esa es harina de otro costal.
Estas declaraciones contrastan con actuaciones como permitir la entrada gratuita a las mujeres, durante una semana, a los museos estatales (las discotecas que lo permitían todo el año fueron denunciadas por sexismo) o reservar el palco VIP del Nou Camp para mujeres en el partido del pasado sábado, dejando a las claras que no son más que una muestra de la desigualdad que aún pretende mantenerse en determinados niveles pese a los avances que se constatan a diario en gran parte de la sociedad.
Dejémonos de manifestaciones y de celebraciones, y superemos en la realidad las discriminaciones por razón de sexo. Luchemos cada día por superar la discriminación salarial en los sectores en que aún se produce, luchemos cada día por evitar los perjuicios que la maternidad provoca en la vida laboral de las mujeres, luchemos, sobre todo, por evitar la lacra social que supone la violencia de género…. Esas serán las mejores celebraciones que podamos hacer para recordar, día a día, que las mujeres, igual que los hombres, luchan a diario por conseguir una sociedad mejor.
Dicho esto, y ya que la celebración sigue vigente, muchas felicidades a todas las mujeres, y quito lo de “trabajadoras” porque no tengo la menor duda de que todas lo son.
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